¿En qué hemos cambiado los padres de hoy en día? ¿En qué nos diferenciamos de los padres de otra época?
Dentro de esta vorágine de mundo en el que vivimos, que evoluciona tan deprisa, los cambios también se están dejando ver en el terreno de la Psicología. Y no solo me refiero a los avances tecnológicos en los que nos apoyamos todos, en mayor o menor medida, y de la accesibilidad e inmediatez de la información. Hablo más bien de un cambio de pensamiento, un giro a nivel social con respecto a cómo vemos a nuestros hijos y cómo actuamos con ellos.
Ese cambio general, en Psicología Infantil se podría resumir grosso modo en que hemos pasado del “niño con un problema” a “papás conscientes de sus propias limitaciones o de sus escasa habilidades para manejar situaciones de forma efectiva con sus hijos”. Es decir, se ha trasladado el foco de atención de los hijos a los progenitores. Y esto, visto de sopetón, parece el otro extremo. Aunque realmente no es un giro de 180 grados, sino una evolución.
No es que los niños de hoy sean muy diferentes a como éramos nosotros de niños (a pesar de lo que han cambiado los tiempos), es que nosotros somos muy diferentes a cómo eran nuestros padres. Para empezar, tenemos un nivel de exigencia demasiado alto, no sólo con nuestros hijos, sino también con nosotros mismos. Nos autoexigimos mucho en nuestra labor como padres. De manera que ahora son los adultos los que estamos “padeciendo” inseguridades en relación al modelo de crianza que utilizamos y necesitamos ayuda externa para ejercer de buenos padres.
En qué hemos cambiado los padres de hoy en día
Somos muy exigentes con nuestros hijos, en el sentido de sobrecargarlos de actividades, niños con agendas de ministros, que no les permiten disponer de tiempo “no productivo” para aburrirse. Al igual que intentamos ser padres perfectos, no dejándonos margen a error, sintiéndonos constantemente escrutados y siendo muy conscientes de la responsabilidad que tenemos para con nuestra descendencia. Una responsabilidad que sabemos enorme y que a veces abruma.
Antes los clientes nos planteaban en consulta temas tales como “creo que al pequeño le pasa esto o tiene esto otro». Ahora las personas que acuden al psicólogo lo hacen buscando una guía, unas pautas para solucionar determinadas situaciones difíciles o solicitando herramientas para gestionar mejor a sus hijos. Esto tan moderno del coaching. Cada vez con más frecuencia observamos a padres que entienden que son ellos los que tienen que venir a consulta en lugar de sus hijos. Pues, desde este nuevo punto de vista, son los adultos los que deben aprender nuevas estrategias o nuevas habilidades de las que antes no gozaban. En resumen, otra forma de hacer las cosas, diferente de cómo venían haciéndolas. Y lo que a la vez es más importante, que los cambios en los niños pasan primero por un cambio de actitud de los adultos.
Está claro que las cosas nunca son blancas o negras, ni antes toda la Psicología Infantil se debía aplicar en sesiones a los menores, ni ahora debe recaer toda la responsabilidad de los cambios de conducta en los padres. Sino que como en todas las cosas, la virtud está en el término medio. Habrá aprendizajes que deban adoptar los pequeños y para ello pueden precisar ayuda psicológica; Y habrá habilidades que corresponda a los progenitores aprender y en este caso serán ellos los que deban acudir a consulta. Dependerá mucho del caso, pues como dicen las abuelas, cada persona es un mundo y no hay soluciones estándar.
Lo importante, a mi parecer, es que empezamos a ver la Psicología Infantil con otros ojos, no desde la patología del niño, sino desde una perspectiva más general, más cercana a nosotros. Y al psicólogo como un profesional que está ahí para ayudarnos en la difícil tarea de educar y para acompañarnos en el camino.
Elisa López
10 en Conducta
Psicóloga Infantil Málaga